Aun sabiendo que este blog trata sobre los diferentes tipos y usos de la confianza, hay que tener en cuenta que esta tiene un gran enemigo para su correcto desarrollo. Este enemigo es su concepto contrario, la desconfianza. En este articulo nos centraremos en hablar sobre el por qué de su existencia y como nos afecta.
La desconfianza provoca que pensemos mal de las personas. Esta percepción puede ser imaginaria o tener una base real, es decir, puede ser nuestro carácter que nos lleve a desconfiar de la gente o por el contrario que algún hecho nos lleve a esta percepción de una persona. Esto provoca conflictos en las relaciones sociales y personales, ya que aunque sea normal tener un poco de desconfianza, cuando esta se vuelve enfermiza puede contribuir a una sensación de aislamiento e infelicidad.
Con este hecho no hay que entender que lo bueno e ideal no es ser excesivamente confiado, sino llegar al equilibrio entre un extremo y el otro.
También hay que remarcar que la confianza es un sentimiento que cuesta mucho de adquirir, ya que lleva un largo proceso el hecho de confiar en una persona.
En cambio solo un acto de esta persona, una sensación puede llevar al nacimiento de la desconfianza. Así pues la confianza en principio es difícil de adquirir y la desconfianza por el contrario es muy rápido, y puede costar mucho recuperar la confianza en alguien que nos decepciono.
En conclusión, hay una línea muy fina que separa la confianza de la desconfianza.
La desconfianza puede acarrear consecuencias negativas, ya que una persona desconfiada es una persona difícil, en muchos casos tímida que representa un muro con el que nos encontramos al intentar establecer una comunicación o relación social.
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